lunes, 2 de marzo de 2009

Segundo día

010309

El Caleño, una vez más, se levanta temprano en la mañana. Una vez más, El Caleño, se levanta temprano en la mañana. Temprano en la mañana se levanta, una vez más, El Caleño. Cansado de levantarse temprano en la mañana El Caleño intenta no volver a dormirse. Es domingo y tiene que salir antes de las nueve. El día anterior había dicho que se iba a peinar. El tiempo pasó y El Caleño terminó el día viéndose La Vida de los Otros y le pareció genial. La forma en que se desarrolla esa empatía, la forma en que el que vigila se convierte en una parte del que es vigilado. En fin, es tarde y El Caleño, ya lo dije, debe levantares temprano.

Son las nueve de la mañana y llama a Don J que lo tiene que llevar hasta el otro lado de la ciudad. Salen y treinta minutos después están en el lugar equivocado, pero en el momento El Caleño no lo sabe. Va, pregunta y la inauguración de los buses esos no va a ser allí donde le dijeron, ahora es en el centro, y El Caleño, resignado, se dirige hasta San Bosco sólo para sentarse y esperar a que llegue el sinistro personaje AUV montado en un bus de color azul. El siniestro personaje AUV habla por una media hora y después se marcha en el mismo bus en el que llegó. El Caleño no ve la hora de salir de allí, tiene hambre porque el desayuno no fue nada y ahora es la una de la tarde. Sale para su trabajo, sintiendo un nudo en el estomago y no come hasta muy tarde, casi cuando empieza el partido. Se juega el clásico de la ciudad, América de Cali contra el Deportivo Cali y El Caleño, hincha rojo americano, lamenta que no tenga el tiempo suficiente para dedicarle al juego. Después un gol de Cali tras un error del nuevo arquero argentino del América. Después la derrota. Le duele pero no como debería, a mitad de semana se juega contra el Sao Paulo y sólo hay esperanza de victoria.

Luego, más tarde, habla con L. la sigue queriendo igual, como en la canción y ella lo sabe, El Caleño lo sabe. L cumple años el miércoles y El Caleño le dijo que le había comprado una vaca blanca con manchas negras. También piensa en C que cumplió años hace poco más de una semana, El Caleño, en C y los tres regalos que le prometió y que aún no le ha dado. El Caleño se da cuenta entonces que en estos momentos es sólo promesas y nada de realidad. Aún cuando los regalos esperen sobre su escritorio, aguardando que una niña hermosa los vea y les dedique una sonrisa como sólo ella lo sabe hacer.

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