domingo, 29 de marzo de 2009

Decimocuarto día

280309

Pésimo día, mal día para El Caleño que esperaba con ansias este sábado. Mal día a pesar del fútbol que se jugó en casi todos los países, mal día a pesar de la lluvia suave que cayó en la tarde. A mitad de semana El Caleño había hablado con L a través del msn. La conversación fue corta y empezó con una pregunta fácil por parte de ella. Un ¿todavía me quieres? parpadeó en la pantalla de su PC al tiempo que El Caleño sentía eso que viene sintiendo por ella desde hace mucho. Queriendo decirle, otra vez, que claro mensa, que te adoro preciosa, su destreza en redacción sólo le permitió decir que aún la quería un poquito. Después la sonrisa digital de L y la contrapregunta de rigor por parte de El Caleño. Un ¿todavía me quieres? digitado con temor y respondido, como un espejo, con las mismas palabras que El Caleño había usado en líneas atrás. Un poquito. Tres meses sin verse, casi desde que ella decidió terminar con todo, iban a acabarse ese sábado cuando L y El Caleño se encontraran donde siempre. Cuando L y El Caleño se sentaran juntos y él, El Caleño, la mirara fijo mientras L habla y dice cosas tan hermosas como ella con esa voz suave y precisa.

Pero nada nunca es fácil para él, para ellos. Conociéndola como la conoce, El Caleño la llama en la tarde, algunas horas antes de verse, y resulta que Andrés, uno de los mejores amigos de L, ha desaparecido. Ella y Nataly, la otra mejor amiga, están preocupadas ya que no lo pueden encontrar. Cuando El Caleño habla con L y ella le cuenta lo que pasa, su desilusión es evidente. Ella le dice que lo siente y El Caleño sabe que es verdad, por eso le dice que la llama más tarde para ver como van las cosas, para ver si ya apareció Andrés o para ver, reiteración, si se pueden ver. Vuelven a hablar, más tarde, y Andrés no ha aparecido pero ya se tienen indicios. El Caleño se lamenta por no haberla podido ver ese día y ella le dice que está viendo a unos cachorritos recién nacidos. Deciden entonces verse, esta vez de verdad, el jueves o el viernes, sin falta. El Caleño se ilusiona de nuevo y se imagina abrazándola, dándole ese beso que ha esperado tanto tiempo. Cuelga entonces el teléfono y en Argentina el equipo de Maradona golea a Venezuela. Más tarde juega Colombia y gana, más tarde se ve una película con monjas y muchas dudas, más tarde duerme y escribe esto.

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