viernes, 3 de abril de 2009

Decimoquinto día

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Hace pocos días, y luego de muchos intentos, al fin El Caleño logró verse Watchmen. Su falta de cultura no le había permitido leer la novela gráfica sino hasta después de que la película se estrenara en el cine. Siguiendo el orden lógico de toda adaptación, El Caleño decidió entonces leer los diez volumen escritos magistralmente por Alan Moore antes de poder siquiera pensar en verse la versión cinematográfica. Como ya lo había dicho antes El Caleño al hablar de lo créditos iniciales de Watchmen, los diez volúmenes lo golpearon como una silla arrojada desde el otro lado del bar, lo golpearon con la furia de mil Rorschachs y, bueno, no se podía imaginar como guionista alguno pretendía adaptar tal obra a la pantalla gigante, a la débil atención y precaria de una familia promedio. Como se dijo en un inicio El Caleño logró verse la película y lo sorprendieron un par de escenas, además de su fidelidad ante el original. También se sintió bien al haber leído primero la novela grafica antes de aventurarse a ver la película. Como lo ha venido repitiendo desde que empezó a escribir esto, El Caleño está maravillado aún con los créditos que se deslizan sobre esa canción de Dylan; o la muerte de El Comediante al ritmo del unforgettable Nat King Cole; le encantó esa parte que se inventaron donde el siquiatra que evalúa a Rorschach le entrega la mascara y este pregunta ¿ahora que ve doctor? mientras su “rostro” toma patrones indescifrables; se sorprendió al ver la manera en la que adaptaron el volumen cuatro, llamado en el cómic “el dueño del tiempo”, ese en el que cuentan la historia de Jon Osterman aka Dr. Manhattan y la manera en el que muestran como percibe el tiempo, miles de tiempos simultáneos, miles de momentos paseándose una y otra vez, uno sobre otro, sin que se pueda hacer nada para cambiarlos; o final donde dejan de lado a los extraterrestres para que la culpa recaiga en el doctor con nombre de isla. La película, de dos horas y media, se la vio con AB porque le había prometido que irían juntos a cine, aunque había pensado antes en ir con LH, por lo de la tesis y todo, pero ella le había cancelado por motivos de último momento. En fin.

Ahora El Caleño espera, nuevamente, el momento para ver a L. El día anterior la había llamado y habían quedado de verse el viernes. Ahora la volvía a llamar porque no sabía a que hora se iban a ver. A las cuatro, donde siempre, y ella asentía desde donde estaba, diciendo “ajam” a todo, diciéndole a El Caleño que si no llega puntual se va a ir y no le va importar nada. No hay problema, él va a llegar temprano y la va a esperar el tiempo que sea necesario. No le gusta mucho esperar, a El Caleño, no le gusta, y por eso prefiere llegar siempre tarde. Prefiere disculparse a pedir explicaciones. La va esperar a L, a su canción de Cerati, y no va a importar que llegue tarde, no le va a pedir explicaciones. La va a ver llegar y sentarse a su lado diciendo hola muy despacio, entrecerrando sus labios y mirándolo apenas. El Caleño no va a saber que decir, la va mirar y la verá hermosa, como siempre. Después hablarán de mil cosas, contaran lo que ha sido de sus vidas en estos tres meses sin verse y El Caleño dará muchos rodeos tratando de escoger las frases precisas para el momento preciso.

Ahora.



1 comentario:

Unknown dijo...

Odio profundamente a Watchmen y me parece totalmente aburridor dedicarle la mitad de lo que aquí esta escrito naaaaaaaaa
Pero igual parcero soy fan
jajajaja