domingo, 30 de diciembre de 2012

Lo mejor de 2012

Siguiendo con esta tradición, variándola tan sólo un poco pero manteniendo la esencia, dejando escurrir los “greatest hits” versión 2012, escribo lo que, al parecer, fue lo mejor del año. Injusta e insensata como todas las listas, dejándome llevar por la tiranía del último momento que nubla hechos relevantes ocurridos durante los primeros meses del dos mil doce. Sin duda este ha sido un año importante y trataré de recordarlo. Una vez más, este es un intento grande para hablar claro y fuerte. En fin, aquí están, estos son…

1. Mantener abierto este blog. Cada vez es más difícil, cada vez escribo menos. Sin embargo me gusta mucho aún regresar, revisar entradas antiguas, del 2008 y 2009, recordar como pensaba. La forma en que quería y cuando no importaba que todos leyeran lo que yo tenían por dentro.

2. Andrea, A.

3. Vivir solo. Adaptarme de a poco a una rutina que me incluye exclusivamente a mí.

4. Mantener las dreads. Resistirme al impulso, cada día más urgente, de cortarme el pelo.

5. Ser feliz en el trabajo.

6. Ver crecer a la masita.

7. Hacer yoga.

8. Seguir aprendiendo, nunca dejar de aprender.

Menciones especiales
Película del año: La última de Batman, The Dark knight rises.

Canción del año: Varias. Corinne de Metronomy, me recuerda a MC. If not for you de Bob Dylan, para A. It’s like reaching for the moon de Billie Holiday, Keep me y Hurt like me de The black Keys, por ser las tres más escuhadas en mi iPod.

Libro del año: Los Cuentos de Roberto Bolaños. La relectura incesante a la que me sigo sometiendo.

Ahora que miro arriba veo que, convenientemente, faltan cosas quizá más importantes pero en fin, la memoria es selectiva, sólo elige lo que le es grato. En todo caso, feliz año a los que lean esto y un feliz cumpleaños a mí mismo, disculpándome por no haberme comprado nada pero prometiéndome que en los primeros días del nuevo año saldaré con creces esa deuda, por sexta vez. Como siempre.

martes, 18 de diciembre de 2012

Trigesimo día

El Caleño nunca ha sido muy amigo de las matemáticas. Ajeno siempre a sumas y restas, distante y fuera del mundo de multiplicaciones y raíces cuadras, El Caleño optó por las letras. Ahora, a solo doce días de cumplir veintiocho años (lo escribe en letras para que se vea la dimensión ominosa de la palabra) empieza a hacer cuentas de nuevo. Una vez más saca la calculadora, se da golpes de pecho. Falta poco y, para él, inicia una nueva cuenta regresiva. Houston, everything is fine.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Vigésimo noveno día

Miércoles. Domingo. Miércoles. La antigua rutina. Escribir cada tanto, cada que la semana termina, cada que se parte. Retomar la costumbre  Parece como montar una bicicleta, como caminar. Jamas se olvida, pero inevitablemente después de tanto tiempo algo se pierde. El Caleño escribe, quiere escribir de nuevo. Tiene por quien escribir de nuevo. Una vocal, la primera, la A. Escribir para ella.

domingo, 14 de octubre de 2012

Vigésimo octavo día

Domingo 14 de octubre. Mañana trabaja, El Caleño. Han pasado dos meses y tres días desde que está con A. Está feliz, El Caleño. Siente que las cosas encajan por primera vez en mucho tiempo. A vive en Bogotá, están lejos. El Caleño la quiere mucho y cada vez que puede viaja hasta allá. La ve y siente perderse en el brillo de esos ojitos verdes, en el sabor de su boquita de caramelo. Pasan el mayor tiempo que pueden juntos, recorren la ciudad, juntos. El Caleño toma su mano y siente su tibieza. Se siente bien, no hay ningún otro lugar donde quiera estar, así se hayan empapado con un aguacero repentino luego de ver una película en el centro. El calor de su mano es lo único que necesita.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Vigésimo séptimo día

Mañana El Caleño regresa a trabajar. De vuelta a la rutina diaria. Despertarse a las seis de la mañana, levantarse a las siete de la mañana. Correr, siempre sale tarde, para alcanzar un p30a parcialmente lleno. Veinte minutos después estar en su puesto y encontrarlo, ojalá, justo como lo dejó. La taza del café en el mismo lugar, los audífonos en el mismo lugar. Cambiar la clave del pc, como cada mes.

sábado, 18 de agosto de 2012

Vigésimo sexto día

Primer día de vacaciones. Tenía que pasar algo así, extraordinario, que me empujara a escribir de nuevo. Pues sí, aquí estoy. Hay tanto que decir y todo el espacio del mundo. Estos meses en los que dejé de lado el blog han sucedido cosas dignas de mención. Releo lo escrito antes, lo de mayo o enero, y recuerdo que estos días se escribían en tercera persona. Entonces El Caleño se dice una vez más: primer día de vacaciones. Tenía que pasar algo así, extraordinario, que lo empujara a escribir de nuevo. Pues sí, aquí está. Quisiera hablar de todo, El Caleño, pero prefiere ahora hablar del presente. Habrá tiempo para ir recordando el pasado, dice. Las cosas que sucedieron en estos últimos meses y que no registró por escrito. Habrá tiempo, se repite El Caleño, para ir acostumbrando los dedos una vez más, a escribir en este teclado de nuevo, a que no todo sean noticias. En la tarde El Caleño verá jugar al América y más tarde irá al Petronio Álvarez, mientras está en eso llamará a A para escuchar esa voz hermosa e imaginar junto a él a la dueña de esos ojitos verdes. 
Sí, el día de El Caleño será perfecto.

martes, 8 de mayo de 2012

Vigésimo quinto día

Se había demorado. En todo. En sentarse y pensar. En encender el computador. En dejarse llevar. Todo a él le cuesta un poco más. Todo sucede un segundo después. Como en cámara lenta. En slow motion. Despacio. A veces, piensa El Caleño, parece que 'sobreanalizara' demasiado y, esa tendencia, le ha costado mucho en su vida. Otras cosas, siempre hay otra cara de la moneda, le suceden de golpe y casi sin preverlas. Tiros a quemarropa. Golpes en el dedo pequeño del pie con el borde de la mesa. Sorpresas. Hace poco más de una semana vive en un nuevo hogar  y se está adaptando. Es difícil pero, como todo en su vida, ha ido acostumbrándose como si las cosas siempre hubieran sido así. Como si todo, al fin, estuviera en su lugar correcto, donde siempre ha debido estar.
PD: Ayer, hoy o hace unos días, murió Maurice Sendak. Tenía que decirlo. Sailing home.

martes, 3 de abril de 2012

Vigésimo cuarto día

Ha llegado a un punto de no retorno en su vida. Solo queda avanzar, sí. Hasta el momento es como si se hubiera quedado congelado en algún punto. No está claro, no tiene claro, en cual o hace cuantos años. Desde hace un tiempo viene considerando, El Caleño, parte del año que pasó y parte de este como sabático. Un alto en el camino para reconsiderar todo, para mirar hacia tras y despedirse. Ya era hora. Los cambios se avecinan. Todo cada vez es más diferente. La vida de El Caleño da vueltas, gira ante sus ojos como una gran máquina centrifuga. Al final, en el fondo, va quedando algunas pocas cosas buenas que recoge con cuidado y se las guarda en el bolsillo. Pocas cosas, el recuerdo de un nombre que repitió hasta el cansancio, un libro que no terminó nunca de leer, un lunar junto al labio, una estrella naranja cosida  a mano.

viernes, 30 de marzo de 2012

Vigésimo tercer día


Infinidad de cambios. Todo se avecina. Se le planta de frente a El Caleño que usualmente no se da cuenta de nada. Los últimos meses han sido una montaña rusa para él. Ha encontrado y perdido, todo el tiempo. Ahora se viene un cambio más grande, algo totalmente necesario que había pospuesto casi sin saberlo. Las semanas que vienen serán como volver a empezar. Volver a encontrar su lugar en el mundo o, esta vez, crearlo. Dejar de depender. Ser cada vez más dueño de sí mismo. Al principio costará, como todo. Pero la práctica hará al maestro. El primer paso será comprar una bicicleta. 

viernes, 16 de marzo de 2012

Vigésimo segundo día

El tiempo pasa así, sin dar espera ni aviso. La última vez que escribió aquí era otro. Estaba feliz. Era diciembre, se acababa el año y El Caleño era feliz. Nada más efímero. Ha pasado un tiempo y es como si no hubiera despertado, como si no avanzara. Sentando al lado del camino. Avanzó, El Caleño, por un rato, tomado de una mano y luego de otra que, creyó, no lo iba a soltar. Se equivocó, la mano era pequeña. Hermosa, suave y pequeña. Una caricia que no estaba reservada para él. La dejó ir y ahora, como siempre le pasa, sigue esperando. Esperando manos conocidas que lo sostengan por un momento, sabiendo que sólo será por un rato pero sin embargo engañándose.
El primer paso para avanzar es volver al camino. El segundo es caminar, aunque tropiece con las rocas. El tercero es no dejar de intentar, nunca.

jueves, 15 de marzo de 2012

Volveré, lo prometo


Volveré mañana, lo prometo. Hay tanto que decir y tanto espacio, casi inabarcable. Cada vez soy menos el que escribió la última línea en este blog. Cada vez soy menos la persona que recordaba ser. Volveré, o quién sabe, de promesas vacías está hecho el mundo.