martes, 3 de abril de 2012

Vigésimo cuarto día

Ha llegado a un punto de no retorno en su vida. Solo queda avanzar, sí. Hasta el momento es como si se hubiera quedado congelado en algún punto. No está claro, no tiene claro, en cual o hace cuantos años. Desde hace un tiempo viene considerando, El Caleño, parte del año que pasó y parte de este como sabático. Un alto en el camino para reconsiderar todo, para mirar hacia tras y despedirse. Ya era hora. Los cambios se avecinan. Todo cada vez es más diferente. La vida de El Caleño da vueltas, gira ante sus ojos como una gran máquina centrifuga. Al final, en el fondo, va quedando algunas pocas cosas buenas que recoge con cuidado y se las guarda en el bolsillo. Pocas cosas, el recuerdo de un nombre que repitió hasta el cansancio, un libro que no terminó nunca de leer, un lunar junto al labio, una estrella naranja cosida  a mano.

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