lunes, 20 de julio de 2009

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Otro rostro. Más máscaras. Por todos es sabido que las máscaras deforman la voz distorsionándola, haciéndola más grave y fuerte. Esto se debe, según testimonio de expertos, a la densidad especifica de cada máscara y al pequeño espacio que existe entre ella y su portador. Una máscara muy pegada a un rostro causa entonces que las ondas sonoras adquieran un tono más grave y sea muy difícil reconocer la verdadera voz de quien habla. La generalidad y universalidad de las máscaras ha causado que pocos conozcan el verdadero sonido que emiten cuando rezan en voz alta o cuando dice te amo a un oído cercano. Prueba de esto es la reacción adversa que tienen muchos cuando escuchan su voz emitida y reproducida desde un medio magnético y/o electrónico, la voz entonces nos suena ajena y sonreímos porque, sí, creemos que todo es más lejano y menos propio cuando se reproduce en la radio. Cuando algún día nos libremos al fin de la máscara que cubre nuestro rostro para poder hablar libremente, escucharemos nuestra voz y daremos vuelta asustados, preguntando: ¿Hay alguien allí?



2 comentarios:

Anónimo dijo...

porque siempre estas intentando desifrar a los demás en vez de disfrutar de su rareza, de no saberlo todo, de lo que no se pensaba, de las sorpresas, porque te quedas viendo la màscara y no buscas el lado de realidad que se graba en cada fotografìa. Sabes que te dicen las màscaras y acaso ya miraste lo que siempre se escapa a ellas...mira mira y mira màs, allì tambien hay algo que no viste...

El Mantra dijo...

Pues siempre he creído que es tan importante la máscara como lo que hay bajo ella, en últimas ellas empiezan a moldearse desde que somos pequeños y la misma sociedad es la que se encarga de hacerlo.

Hay muchas cosas que no he visto, estoy seguro de ello, vos hace poco me dijiste que eras más que una niña inteligente y eso sí lo vi. Lo vi y lo veo, como cuando el cielo está azul y más grande, como cuando me decís que hoy no se van a ver las estrellas pero igual podemos cerrar los ojos e imaginar. Imaginar las estrellas y sentirlas cerca.