lunes, 4 de mayo de 2009

Veintiunavo día (pie de página)

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Hoy en realidad no tengo muchas ganas de escribir. Hasta hace poco estaba lloviendo pero ahora sólo queda ese bochorno horrible que produce la humedad en el aire. Es sábado y no tengo ganas, tampoco, de salir a ningún lado. Es parte de eso que llaman, llamo, la inmovilidad, que es cuando las personas y las cosas se limitan a estar, sin cambios ni tropiezos. Hoy, entonces, es un día de inmovilidad para mí. Ayer no lo fue tanto, aunque dejé de ir a un toque que prometía ser bueno. A pesar de eso ayer, viernes, fue un buen día. Ayer N estaba sola, porque su mamá está de viaje, y me llamó para que cocináramos algo. Me encanta cocinar y ella gusta del dulce, en especial del chocolate, por eso preparamos algo que siempre disfrutamos los dos. Comimos crepes, o filloas, con la misma receta y de la misma forma en la que celebrábamos antes nuestros aniversarios, cuando teníamos algo que llamábamos de muchas formas. También tomamos su bebida favorita, que nos queda tan bien además, la malteada de oreo con mucho helado de vainilla. Después vimos películas, de las que bajó SO en la oficina, nos vimos Cinema Paradiso y después El Sabor de las Cerezas, que es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. N no se había visto ninguna de las dos pero le gustó mucho Cinema Paradiso. Me dijo que le hubiera gustado vivir en esa época, cuando Salvatore estaba pequeño, porque la gente se divertía con cosas más sencillas e ir a cine era como una comunión, el centro de la vida comunal, que las lecciones de vida las sacaban de las películas y pronunciaban chistoso el nombre Clark Gable. También dijo que la escena final, con todos los besos que Alfredo había recortado de las películas, era su favorita y que eso hacía que todo fuese perfecto. N nunca ha sido una gran fan del cine, le gustan algunas películas pero no es una gran entusiasta y a mí siempre me ha gustado ver cine con ella. Es especialmente bueno cuando ve una película que le gusta. Ver en su rostro esa alegría de jardín de niños cuando dos personas que se quieren en la pantalla se besan por primera vez o cuando dicen algo que ella siente como propio. Para mí eso es hermoso, hace que el corazón se me apriete y recuerde porque la quiero tanto. Entonces la beso en la mejilla y ella me quita y dice que la deje ver la película en paz. Pasa siempre, pasó cuando nos vimos Mauvais Sang y Adaptation y Benjamin Button, pasó cuando nos vimos una noche Away from Her y el protagonista veía como su esposa con alzheimer ya no lo recordaba y se enamoraba poco a poco de un hombre que no era él. Después, era tarde ya, El Caleño y N se acostaron a dormir y él soñó un sueño muy extraño. En el sueño estaban todas las niñas que él ha querido. Estaban sentadas, haciendo cosas que sólo ellas saben hacer como pintar, leer libros para niños o tomar fotos. El Caleño se acercaba e intentaba hablarles pero ellas no lo veían. Todas estaban demasiado ocupadas haciendo cosas y, entonces, El Caleño resolvió sentarse cerca y, sin que ellas se dieran cuenta, mirarlas ser. Como en esa canción de Juana Molina. Tras unas horas El Caleño abrió los ojos… aún no está seguro si sigue dormido.

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