miércoles, 23 de diciembre de 2009

Junkbird

Escribo y estoy enfermo y del techo, del cielo raso, empiezan a caer astillas de madera. Se me enredan en el pelo, me golpean en la cabeza pero soy obstinado, casi estoico, no me muevo. Mi cuarto se empieza a llenar de polvo, cae del techo, de las tablas que se han desprendido y ahora todo es mugre que se apila sobre los libros, sobre Amanda y su lazo rosa, sobre unas gafas negras que ya no sirven, sobre cuatro pequeños lápices de colores, sobre un reloj verde, azul y naranja. Charlie Parker toca desde tan lejos una noche en Túnez, o un día cualquiera de abril en París, y sobre él también hay polvo, nada se salva de ese manto oscuro que se desprende del techo.

Las remodelaciones en mi casa han tomado un tiempo y los golpeteos se han vuelto habituales, los mazos derribando muros, destruyendo pisos. Escombros saltando hacia el cielo, cayendo en mi escritorio, sobre el teclado. Hoy terminaron los arreglos en el cuarto de mi hermano menor y mañana continuarán con mi cuarto, aunque ya han adelantado trabajo. Tantos golpes, tanto caminar en el techo ha provocado el desprendimiento de parte del cielo raso hecho en madera, así que sólo tendrán que demoler el resto de las cosas con sus mazos y martillos, destruir una cama donde nadie duerma ahora, ensuciar unos libros que nadie lee ya, rayar dvds que no se verán más. Pero será más tarde, tal vez en la mañana, ahora en cambio de la madera cae polvo y cubre la pantalla del pc, el teclado, interrumpe conexiones eléctricas y ya no suena más Charlie Parker, ahora el sonido va y vuelve, como si cambiaran rápidamente de emisoras, y lo mismo pasa con las palabras, se confunden. Cada vez es más difícil escribir lo que se busca, lo que se necesita. Los dedos pesan, confunden las teclas cubiertas todas por el polvo caído del techo, el monitor falla y el polvo devora todo, mis gafas se empañan y debo cerrar los ojos, el polvo me cubre hasta que me cuesta respirar. Intento llamar a alguien pero sólo consigo garabatear palabras sin sentido, pasa el tiempo, una tos ronca persiste.

En la noche pediré agua, quizá alguien me escuche.

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