viernes, 14 de agosto de 2009

364

Otro rostro. Más máscaras. Más máscaras o ninguna. Imaginar entonces un mundo sin máscaras, sin simulacros sobre nuestros rostros. Sin forma de esconderse de las miradas que se clavan sobre los ojos, sin manera alguna de evitar ser reconocido. Un mundo sin matices y donde todo significa lo que es, lo que se muestra, donde todas las cosas son simplemente eso, todas las cosas; donde todo es significante sin significado. Pronto esta visión del mundo se derrumba, porque nadie soporta ver la verdad en su rostro y en el de los demás, como si esta se repitiera en un único y gigantesco espejo de feria. Pronto todos agacharán sus miradas al suelo evitando verse a los ojos; pronto alguien encontrará un perfecto trozo de madera con dos agujeros equidistantes, lo tomará entre sus manos y sentirá después el frío de la madera junto a sus mejillas, más tarde alzará triunfante su mirada como si contemplara un gigantesco monolito negro caído del cielo.

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