viernes, 2 de abril de 2010

Séptimo día

Y ha pasado una semana desde que le dio las estrellas, una semana desde que se fumó el último cigarrillo y siete días, este post lo marca, desde que empezó con este diario. No ha sido fácil para El Caleño pero allí va, dando tumbos, estrellándose contra las paredes como siempre pero siguiendo con todo, levantándose para volverse a caer. Es Semana Santa en el mundo y muchos de sus amigos han aprovechado los días festivos para viajar y descansar mientras que El Caleño, que no viaja ni descansa, termina trabajos y retoma responsabilidades. El esquema que ideó para dejar de perder tiempo le está dando resultados y, así, El Caleño ha podido volver sobre el guión ese fragmentado y esquivo que se construye de a poco, y con trabajo duro, desde hace más de dos años; volviendo también sobre Mantra de Rodrigo Fresán y City de Alessandro Baricco por motivos tan disímiles como complementarios; empezando a leer el increíble libro de relatos de Henry James, nuevamente cortesía de CA; perdiéndose además en el océano amplio de palabras y mensajes sin sentido que a veces, casi siempre, es Twitter luego de que abriera su cuenta @unmantra, por allí a sus ordenes.

Es Semana Santa y en Cali, de donde es El Caleño, se acostumbra asistir a misas y procesiones, a subir cerros, actividades todas que no van con su personalidad apática y antisocial aunque hoy, y en un “delicioso” arranque de tradición, comiera con gusto un gran vaso de champús mientras se veía un especial sobre la semana santa en España. En realidad había empezado la tarde viendo Inglorious Basterds, la última película con nazis y judíos de Tarantino, pero un impulso lo llevó a ver TVE por un momento y lo impresionaron, a El Caleño, la muy buena forma de contar las muy variadas formas de celebrar la fe que hay en la península. Ya N le había hablado un poco, porque ella es de ir a la iglesia y de santiguarse frente al crucifijo, que en Barcelona había sentido algo muy especial, una espiritualidad que no había experimentado antes y que le era hermoso sentir. A El Caleño le gusta mucho eso, esa espiritualidad en la gente que a él le es esquiva en muchas ocasiones, porque creer en todo eso que acompaña a la Semana Santa sería para él, como lo es para N y para muchos más, una certeza más. La certeza que hay un Dios en el cielo que mira hacia abajo, al que le importan todas estas cosas, al Dios que droga el humo del incienso que se acumula en las cúpulas de las catedrales. El mismo Dios que vería con agrado que El Caleño, en un nuevo arranque de tradición, imitara a los habitantes de un pequeño pueblo de La Rioja española y cubriera entonces su cuerpo con una túnica blanca dejando su espalda al descubierto, caminando de espaldas y golpeándose con un látigo al ritmo impuesto por un cristo que lo sigue de cerca. El Dios al que no le importaría mucho que El Caleño se sentara frente a su PC después, arrellanándose en su asiento, apoyando su espalda sangrante, sintiéndose felizmente incomodo, orgulloso de estrenar su reciente cuenta de Twitter (@unmantra, como ya se dijo por allí a sus ordenes) para iniciar entonces la sacra tarea de inundar el mundo con pequeñas e intrascendentes frases sobre su espiritual experiencia.

3 comentarios:

Aitor Cuervo Taboada dijo...

Un blog interesante compañero, saludos desde España, si te gusta la poesía, te recomiendo visitar mis blogs.

Viva Colombia libre, abajo Uribe.

Aitor Cuervo Taboada dijo...

Un blog interesante compañero, saludos desde España, si te gusta la poesía, te recomiendo visitar mis blogs.

Viva Colombia libre, abajo Uribe.

n.n dijo...

Voy a la iglesia pero no soy santurrona :D