domingo, 18 de abril de 2010

Onceavo día (varios días)

Últimamente diversas correrías, idas y venidas por su ciudad, han impedido que El Caleño se tome algún tiempo, se siente y escriba, se haga público. Claro, después tiene que hacer resúmenes y recuentos, como si se tratara del final de temporada de alguna serie gringa de nombre 24, las cosas se le tienden a confundir y, entonces las fechas no son del todo claras, los lugares y personas podrían ser fruto de la ficción o del éxtasis del momento, el clima puede variar para darle un sentido dramático a las escenas. La única constante será El Caleño mientras muchas personas, algunas queridas y otras recién conocidas, suben al escenario. Sube el telón y hay un bus grande y azul que no se mueve, por días.

El jueves era el Flash mob por Mockus y El Caleño, que tenía el día debidamente agendado y planeado, primero va a su trabajo en el MÍO, mientras lee a Henry James, y le coge la tarde como siempre y el flash mob queda bastante lejos de donde está y entonces de nuevo ese bus azul desde Chipichape hasta Cosmocentro. El flash mob es divertido y consiste en unas diez personas que entran a un bus del MÍO y, después de una señal, se ponen una camisa verde mientras intercambian letreros con frases de la campaña de Mockus. El Caleño sólo tiene una camisa verde y le queda pequeña, pero no le importa mucho y recorre ida y vuelta el mismo trayecto por una hora hasta que todos deciden ir hasta Telepacífico porque Mockus va a estar en un debate y de nuevo El Caleño corre de un lado para el otro y aplaude, aunque pronto se aburre porque esos excesos histriónicos no son cosa de él. Más tarde se encuentra con MAC para otro jueves de cervezas en Route 66 y beben un rato y hablan mucho y después, muy pronto, ya es de mañana y siguen hablando mientras MAC canta La vie en rose de Edith Piaf con perfecta pronunciación y estilo.

El viernes El Caleño se iba a ver con C, y estaba la promesa de un helado desde días atrás, pero inconvenientes le obligan a cancelar y aplazar pero lo mismo pasa el sábado y en el sur llueve muy fuerte y después ella se queda dormida y el helado queda nuevamente aplazado, la próxima semana será. Triste y desolado, El Caleño no espera nada más, tal vez escribir algo, continuar con el guión, pero aparece JL por msn y le dice que hay un guacal de Poker, que caiga a la casa del sobrino, que también está BV. Entonces todo se desarrolla como una perfecta “gentlemen night”, con muchas cervezas, muchos cigarrillos, clima perfecto mientras El Caleño, poco acostumbrado a los artículos Apple, intenta sacar los sonidos que le gustan de un Mac temperamental. Como buenos caballeros hablan de mujeres hermosas, política y fútbol, comen hamburguesas de chuzo de esquina, pasan por los obligados temas escatológicos, por las borracheras de antaño y por las que pronto vendrán. En la mañana se despierta con un feliz dolor de cabeza y afuera lo espera, triste visión, un día soleado y caluroso. Otra vez aborda un bus grande y azul hacia su casa, para después, justo ahora que sube esto, tomar sus cosas, lavarse bien la cara y salir de nuevo, repetir todo el proceso y de nuevo buses azules y grandes (P47B, T47, P30A) para llegar a un asiento incomodo frente a otra pantalla de computador.


1 comentario:

n.n dijo...

jejeje, vos comiendo hamburgesa de calle!!! eso si es mentira!!!