jueves, 29 de abril de 2010

Día decimotercero (pie de página)

A veces dan ganas de escribir siempre. Quedarse sentado presionando tecla tras tecla, viendo una pantalla blanca llenándose de pequeñas hormigas negras Georgia tamaño 12, todas muy juntas doble espacio punto aparte y nuevo párrafo.

Seguir escribiendo, sin sentido, teclear una y otra vez como si se tratara de otro mantra, repetir, palabra tras palabra, dejar la vida aquí y allá, en papel blanco impreso y luego fotocopiado para que las letras queden un poco relieve, como si fuera Braille. Tocar esas letras y que te digan cosas, que no sólo te narren esa historia sino todo lo que pasaste por alto, todo lo que no se puede ver. Otras veces dan ganas de no escribir nunca más, de dejarse de lamentaciones mudas y digitadas, de ponerse los grilletes en pies y manos, recibir comida desde el otro lado de la puerta, pasar el tiempo contando los días y marcándolos en una pared, una línea tras otra, a doble espacio punto aparte y nuevo párrafo.

Y sí, hoy es un día de esos donde las ganas están pero el cuerpo no acompaña. Un cerebro que se ha vuelto perezoso e incapaz de variantes manejando unos dedos anquilosados, acostumbrados a redactar redacciones en salas de redacción a asir cigarrillos y sostener copas, nada complicado. El reto viene y asalta cuando hay más cosas detrás, cuando se necesita el Braille y el relieve, cuando se buscan explicaciones que no se ven pero se sienten un poco, se intuyen, así sean tan innecesarias como unas gafas o unas muletas en el interior de una piscina o tal vez todo no sea más que la búsqueda de un punto de apoyo, ganas de ver todo claro, así sea bajo el agua, abriendo bien los ojos, aguantando la respiración hasta que los pulmones cedan y no haga falta ya ver, ni buscar, ni sentir, quedarse flotando en el vacío a doble espacio punto aparte, nuevo párrafo si usted cree en la reencarnación.

Todo lo que se escribe en el mundo ya ha sido, todas las palabras se han dicho, todas las combinaciones de letras se han hecho, eso nos dijo Borges quizá repitiendo a otro, un mantra, y no puedo sentir más que pena por quien repita esto o por quien lo haya escrito primero, por ambos, por mí y por él. Repito, como sino, doble espacio punto final no más párrafos.

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