domingo, 28 de marzo de 2010

Quinto día

Los últimos días han sido buenos para él, piensa El Caleño. Han sido buenos, como esa canción de los planetas donde se habla de un despertar con sol y hacer todo lo que a él le gusta, leer un rato, ver en la tele un gol de Gaizka Mendieta, tomar en la noche con sus amigos. Y todo empezó el viernes, en la tarde el tan esperado café con MC. Tantas cosas que contar, tantas novedades de uno y otro lado, pensar que un mes a veces es tanto tiempo y otras tan poco, aunque después llegaron CA, PP y BV y fue otro rato largo de risas y puchos. Más tarde la cita era donde Heberth para el cumpleaños de JL y allá también estaban todos, en una mesa improvisada frente a una puerta de garaje, ron en la mesa y copas al aire. La noche se pasaba lenta, las conversaciones se agolpaban unas tras otras hasta que llegó C, casi como una aparición, caminado despacio y sola en la calle oscura. A El Caleño le alegró verla, como siempre, ver que es tan clara como un espejo, que cuando está feliz las sonrisas se propagan y cuando está triste hasta el cielo se llena de nubes. Y estaba triste en ese momento pero afortunadamente El Caleño había llevado un regalo para ella que guardaba desde el día de su cumpleaños y se lo da y le dice muy cerca, El Caleño, que lo abra cuando llegue a casa. Dice eso El Caleño a pesar de saber, de estar absolutamente convencido, que una sonrisa en el rostro de una mujer es uno de los regalos más grandes y hermosos que puede recibir un hombre aunque después, cuando ambos han llegado a sus respectivas casas y camas, ella lo llama y le dice cosas y, sí, puede sentir e imaginar esa sonrisa que no pudo ver, esa sonrisa que ahora lleva con él.

1 comentario:

n.n dijo...

Me hacés falta, extraño a la ciudad y las películas en la noche en mi casa... pero leyéndote siempre sonrío con vos, tonto.
^__^