
Los últimos días han sido buenos para él, piensa El Caleño. Han sido buenos, como esa canción de los planetas donde se habla de un despertar con sol y hacer todo lo que a él le gusta, leer un rato, ver en la tele un gol de Gaizka Mendieta, tomar en la noche con sus amigos. Y todo empezó el viernes, en la tarde el tan esperado café con MC. Tantas cosas que contar, tantas novedades de uno y otro lado, pensar que un mes a veces es tanto tiempo y otras tan poco, aunque después llegaron CA, PP y BV y fue otro rato largo de risas y puchos. Más tarde la cita era donde Heberth para el cumpleaños de JL y allá también estaban todos, en una mesa improvisada frente a una puerta de garaje, ron en la mesa y copas al aire. La noche se pasaba lenta, las conversaciones se agolpaban unas tras otras hasta que llegó C, casi como una aparición, caminado despacio y sola en la calle oscura. A El Caleño le alegró verla, como siempre, ver que es tan clara como un espejo, que cuando está feliz las sonrisas se propagan y cuando está triste hasta el cielo se llena de nubes. Y estaba triste en ese momento pero afortunadamente El Caleño había llevado un regalo para ella que guardaba desde el día de su cumpleaños y se lo da y le dice muy cerca, El Caleño, que lo abra cuando llegue a casa. Dice eso El Caleño a pesar de saber, de estar absolutamente convencido, que una sonrisa en el rostro de una mujer es uno de los regalos más grandes y hermosos que puede recibir un hombre aunque después, cuando ambos han llegado a sus respectivas casas y camas, ella lo llama y le dice cosas y, sí, puede sentir e imaginar esa sonrisa que no pudo ver, esa sonrisa que ahora lleva con él.
1 comentario:
Me hacés falta, extraño a la ciudad y las películas en la noche en mi casa... pero leyéndote siempre sonrío con vos, tonto.
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