jueves, 8 de noviembre de 2007

Bajofondo – Mar Dulce

Hace unos días recibí la llamada de un amigo con el que no hablaba desde mucho tiempo. Es uno de mis muy buenos amigos y su “voluntaria” desaparición, eso de no volver a beber con el viejo grupo, me tenía un poco desconcertado. Cuando llamó me gritó casi inmediatamente “¡parce, Bajofondo sacó nuevo álbum!” y fue como especie de alegría. Alegría porque el amigo seguía allí y por que Bajofondo, luego de casi cuatro años de “inactividad”, lanzaba una nueva producción.
Mar Dulce es un álbum en extremo sencillo, sin duda esa mañana, y al ir luego escuchando cada uno de los artistas que colaboraban con alguna canción en el disco, mis expectativas crecieron bastante. Mi amigo me dijo que justo en ese momento se lo estaba escuchando por segunda vez, que valía la pena y que lo iba a escuchar hasta que lo echaran de la tienda. Al día siguiente logré escucharlo y, como ya había dicho, me pareció muy sencillo, casi como uno de esos soundtracks ganadores del Oscar que Gustavo Santaolalla ha aprendido hacer con tanta maestría. Una banda sonora que contiene canciones precisas para pasar de una alegría eufórica y discotequera, como Pa’ Bailar o Grand Guignol, a una calma casi melancólica, Chiquilines con la recientemente fallecida oriental Lágrima Ríos, un registro musical que se puede adaptar a momentos tan diferentes como las personas que lo escuchan.

Con los ojos no te veo
se que se me viene el mareo
y es entonces
cuando quiero
salir a caminar

El agua me ciega
hay vidrio en la arena
ya no me da pena
dejarte que un adiós

Así son las cosas
amargas borrosas
son fotos veladas
de un tiempo mejor

Los dieciséis cortes de este álbum son instantes precisos, Santaolalla demuestra su talento y sus muchos amigos al invitar en el disco a artistas de la talla de Elvis Costello y Gustavo Cerati, Nelly Furtado y al bandeonista japonés Ryota Kumatsu. Talvez se abandonan un poco en este trabajo los beats fuertes y las interpretaciones sentidas, como las que los dieron a conocer en 2003, pero gana en madurez y se va dejando un poco atrás esa milonga para hacer música para el mundo. Incluso dejaron el antiguo nombre Bajofondo Tango Club para llamarse simple y llanamente Bajofondo, no querían encasillarse porque ya no solo pertenecen a la cuenca del Plata, ahora son de todo el globo. Mar dulce era como llamaban a la vasta desembocadura del río de la Plata, el mar dulce que se iba uniendo lentamente con ese otro mar que si era de verdad, un mar dulce que separa a los porteños de sus iguales orientales. Este álbum es como un tributo a esa doble nacionalidad que impera en Bajofondo, la mayoría son argentinos pero tienen varios músicos uruguayos, entre ellos al genial d.j. Luciano Supervielle.
Puede que aún me gusten mucho más las canciones del primer álbum o del Supervielle, como Perfume, El Sonido de la Milonga, Pulso o Mateo y Cabrera, pero quien sabe, talvez el Mar Dulce se convierta en uno de mis preferidos. Este álbum ha demostrado traerme sorpresas inesperadas, como ese amigo que volvió a aparecer casi de la nada.


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