viernes, 7 de enero de 2011

Primer día

Foto de aquí.

Últimamente le es difícil, a El Caleño, predecir el clima de su ciudad. Sólo dos opciones, día con paraguas y día sin paraguas. Hace dos días fue una furiosa tarde con paraguas e incluso el fiel y viejo paraguas de El Caleño sufrió algunos daños por el viento. Ayer, en cambio, fue un caluroso día sin paraguas. El Caleño, empleando sus casi nulos conocimientos meteorológicos, miró al cielo azul y casi totalmente despejado para decidirse entonces a cargar, como todo un previsor, su paraguas. Los que conocen a su ciudad, Cali, saben que esta arde y el cemento de sus calles y el cemento de los techos de las casas, acá les dicen planchas, y los paraderos de los buses y la carrocería de los carros, todo, todo, refleja y magnifica ese calor. Cali, caliente, arde. Ardía la ciudad y El Caleño cargaba su paraguas que, a pesar del sol abrasador, no abría porque su paraguas es un paraguas, no una vil sombrilla. Claro, y la gente mira a El Caleño que camina por Cali con un paraguas en un día de sol. En el MIO una anciana le hace apenas un gesto que El Caleño devuelve casi imperceptiblemente, ella también tiene un paraguas en ese MIO que parece un microondas, ese MIO que deja pasar todo el sol de Cali y al que no puede hacerle frente ningún aire acondicionado. Hoy, apunto de salir de nuevo a trabajar, mira el cielo y está oscuro, una impredecible tormenta caleña se aproxima hacia él y su maltrecho paraguas.

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