domingo, 25 de julio de 2010

Vigésimo noveno día

No vuelvo a tomar dice, como casi todos los borrachos del mundo, El Caleño. Dice una vez más que no va a tomar y esa nueva vez se suma a otras muchas veces. Ha perdido la cuenta, piensa mientras escribe sobre lo difícil que es despertarse apenas sobrio en una ciudad caliente que no da respiro. Claro, se puede narrar como un pequeño relato, con un protagonista que no buscaba mucho y que encontró una respuesta mientras cerraba sus ojos en un bus azul.

El Caleño salió el jueves a trabajar, en la noche vería a MAC para una cervezas, pero el día laboral se le complicó y salió muy tarde y le pidieron que volviera al otro día, que había que hacer cosas, que lo necesitaban temprano a las nueve. Cruzó la ciudad de punta a punta para cumplir su cita y la vio, a MAC, con su mirada desafiante, preciosa sonrisa y una cinta roja en el pelo, una princesa. Estaban también sus amigos, el bar de siempre y una noche llena de humo marca Lucky Strike, gracias. Después regresar con ellos y una deliciosa pizza fría, música para dormir, pastilla para dormir, más humo de Lucky, una especie de felicidad.

Se despertó temprano, a las siete, como pocas veces porque El Caleño sólo madruga para ver los partidos del Mundial, y se despidió de MAC y de don Perro para ir a trabajar mientras, algo curioso, caminaba casi dormido. Ahora era un zombi zolpidem recorriendo la ciudad de sur a norte, de punta a punta. Pasó el día casi dormido, hasta la noche cuando despertó en el trabajo y se sintió harto de todo eso, de todo lo que escribía y se fue para recorrer esta vez sólo la mitad de su ciudad, hasta casa y su cómoda cama. Mientras viajaba y Cali pasaba, oscura, tenebrosa, a través de los grandes ventanales de bus azul, El Caleño se iba hartando cada vez más de todo, de su dificultad para dejar ir, de su miedo a olvidar e ir pasando páginas, ya saben, todo lo que ha escrito aquí antes. Se durmió entonces, antes de la una de la mañana, como pocos días.

El sábado se le pasa rápido. Son tristes estos días sin fútbol europeo, las mañanas llenas de vacío sin que la pelota ruede en el Olímpico de Turín, en el White Hart Lane de Londres. En la noche, otra gentlemen’s night, tequila, música y cerveza con JL, JL (sobrino) y BV. AB también estuvo, invitada temporal. Más humo de Lucky Strike a la madrugada caleña, más canciones cantadas a coro y sin pena, la lucidez esquiva que se alcanza a las cinco de la mañana tras beber toda la noche con sus amigos. Otra especie de felicidad, así el sol de Cali alumbre ahora el día y queme la piel, así se caliente este crisol y El Caleño, boca seca, ojeras pronunciadas, un zombi hecho de cerveza Poker y tequila José Cuervo, diga y repita, que no vuelve a tomar.


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