domingo, 13 de junio de 2010

Vigésimo segundo día

Está en un desierto, El Caleño. En una zona árida de su cabeza, de su mente. Río seco como es ahora, como canta Juana Molina y en estos días todo es un poco así, con la voz entrecortada de la argentina que toma aire antes de cada estrofa. Inhala profundo, se escucha en la canción, y dice cosas como “Mi corazón roto ha venido, me habla y dice que no le ha quedado nada, que él está vacío. Me dice que todo se ha marchitado y yo no tengo más que un río.” Y es esa aridez mental, no sólo del corazón porque seco como está aún conserva un par de oasis, lo que más aflige a El Caleño porque bastantes cosas tiene que hacer y no se le ocurre nada por lo que pierde tiempo jugando simulaciones del Mundial de fútbol en FIFA para PC.

Incluso para avanzar con los días de este mal llevado diario, tarea que debería ser fácil porque se supone que todo esto es un día a día sin demasiados arabescos ni florituras, pensar también que después del vigésimo segundo habrá, tiene que haber, un vigésimo tercero y un vigésimo cuarto y así hasta contar más de una treintena porque ese era el compromiso que se impuso El Caleño con usted querido, anónimo e hipotético lector. Son días amargos como el café que recién se preparó y que toma mientras escribe esto, pero el que conoce lo amargo sabe disfrutar más lo dulce, aunque hoy Alemania le devolvió la fe en estos tiempos tristes de fútbol conservador y defensivo. Días amargos como el café, y a El Caleño le gusta su café con nada de azúcar, aunque el martes fue L y él sabe que siempre que la abrace va a ser feliz, por algo el personaje es un hombre que vomita conejitos.


2 comentarios:

n.n dijo...

¡Juana! ^__^

Diego Alejandro dijo...

Como en un relato de Córtazar