viernes, 25 de junio de 2010

Vigésimo cuarto día

Últimamente le pasa que cada vez que se quita las gafas se va quedando dormido de a poco. Tal vez su agitada vida, las constantes juergas o el estarse quedando ciego sean determinantes, pero cada vez que El Caleño guarda sus gafas en el bolsillo ve el mundo borroso porque sus ojos se nublan de sueño y por el tamaño de su dioptría. Y así va ahora, con sus gafas rayadas y torcidas, un poco triste también por que su país tiene todo dado para irse directamente a la alcantarilla porque en su país todo el mundo tiene miedo y cuando un país tiene miedo comete estupideces que tarde o temprano se pagan. En fin, hay tiempo aún para descubrir el tamaño del error, aunque el nuevo presidente Santos es conocido por su naturaleza variable y traicionera, entonces El Caleño espera paciente la hora en que Santos extradite a Uribe, tratando de lavarse las manos, y Colombia se libre de uno de tantos males.

Ayer Ursula cumplió su primer año y El Caleño le dio atún y la dejó vagar por la calle mucho tiempo hasta que se le hizo tarde para verse con L, que había llegado con horas de anticipación a la cita, y entonces debió correr hasta tomar un p40 y luego un p24 que lo dejara, al fin, en un centro comercial del norte de la ciudad donde ella lo esperaba con paciencia y un corazón en la camisa. El Caleño, que llegaba agotado, debió excusarse de nuevo, decirle que no se demoraba nada, porque antes tenía que pasar por su trabajo firmar un par de papeles e imprimir un cuento que había escrito para ella. Más tarde L leería la historia de Remedios, la niña que tenía poderes, e iba a descubrir que las dos no eran muy diferentes; ambas pueden hacer que las vacas usen sombreros con flores y lazos color rosa en el cuello y también pueden hacer que florezcan todas las flores del mundo al mismo tiempo si así lo quieren. Ambas la misma sonrisa de niña malvada que usa para hacer dormir al conejito que descansa en su closet y que hace nevar helado de vainilla con chispas de chocolate. También, todas las personas del mundo empiezan a flotar como lo hacen ellos, El Caleño y L, cuando cierran los ojos, él con sus gafas rayadas, y se abrazan, muy juntos, hasta que el mundo desaparezca, quedándose solos y felices.


1 comentario:

n.n dijo...

conejitos ^__^