sábado, 28 de noviembre de 2009

La semana de las luces

Enumero. Hago una lista. Son muchas cosas en una semana difícil. Primero, prosigue la lucha con ese monstruoso texto por encargo, aunque ya todo va tomando forma, todo va ocupando su lugar adecuado. Segundo, la escritura del monstruoso texto por encargo se ha visto entorpecida por la remodelación de mi casa. Todas las mañanas y tardes de los últimos días un grupo de obreros, inclinados al bullicio extremo y a entablar “amistades” con los desconcertados residentes, me han robado algo de tranquilidad y silencio, lo que buscamos todos cuando pretendemos poner algo por escrito. Tercero, la conversación con L de hace unos minutos. Decirle muchas cosas, confundir palabras, repetirse, sentirse como un estúpido una y otra vez, saber que todo eso es amor y sin embargo no importa. Acabo de hablar con ella y me parece que es más fácil escribir, ir dejándolo todo aquí, aunque antes hubiese pensado en llamar a MC o N para contarles mis penas, para recibir una palmadita en la espalda. Es difícil, repito, y por eso lo de las luces en una semana oscura, esa claridad que no se quiere ver, todo es un darse cuenta. Resumo. Comprender entonces que, pese a lo que siempre he dicho, necesito un poco de tranquilidad y silencio, control del entorno lo llamaría aquí; también algo de luz sobre ese monstruoso texto por encargo que pretende abarcarlo todo y que hasta hace poco era una masa de referencias y notas al pie; darme cuenta además que L está lejos y que queremos cosas distintas, así la siga queriendo como nunca me imaginé volver a querer, así tenga que dejarla ir y me resista, que todo parezca tan triste y oscuro cuando a algunos les podría parecer infinitamente sencillo.

Sé que todos hemos deseado alguna vez que lo malo que nos pasa sea como el mal argumento de una película mala y que al despertar una mañana descubramos que, para tristeza del público ilustrado, todo ha sido un sueño, que las cosas ahora son mejores y hay final feliz y ella te quiere como vos la querés y se han acabado las dudas. Ruedan los créditos, pero nadie enciende las luces.

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