viernes, 7 de septiembre de 2007

El hombre que vivía cinco minutos en el futuro

Intermission
En esta ocasión un “mini cuento” de uno de mis escritores preferidos de todos los tiempos, el gigantesco Rodrigo Fresán. Este letras las deja escapar en el primer cuento-capitulo de La velocidad de las cosas, ojala quien lo lea le pique un poco el bichito de la curiosidad y lea el libro completo, no se lee en cinco minutos pero el tiempo se te va a pasar volando…

Había una vez un hombre que vivía cinco minutos en el futuro. Cinco minutos y nada más que cinco minutos adelantado en relación al resto de los vientos y de los amaneceres, de las personas y de los animales de este planeta.
No es que semejante don le sirviera demasiado. No podía, por ejemplo, ganar fortunas en las carreras de caballos ni en la lotería. Tampoco hacerse rico iluminando profecías importantes. Cinco minutos eran muy poco tiempo.
Apenas lo suficiente para saber que en cinco minutos iba a empezar a llover; que su insoportable primo golpearía a la puerta y el tiempo justo para apagar todas las luces; que el asesino era éste y no aquél en esa novela policial o en esa película; que ella iba a llamar por teléfono para regalarle o mentirle aquello que esperaba desde hacía mucho más que cinco minutos.
Contar cinco veces hasta sesenta. Contar hasta trescientos. Contar despacio como si se contaran postes de electricidad en el camino, autos, latidos de corazón, golpes.
El día en que el hombre que vivía cinco minutos en el futuro salió a la calle gritando que el mundo había llegado a su fin nadie le creyó, claro; pero tampoco tuvieron demasiado tiempo para reírse del hombre que vivía cinco minutos en el futuro.

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