domingo, 15 de mayo de 2011

Decimoquinto día

Como en pocas ocasiones previas, su trabajo así lo exigía, El Caleño pasa un domingo en casa. No es un domingo como lo que él recordaba, un domingo soleado de infancia, pero algo es algo. No es un domingo como para ir a Pance con los amigos y tumbarse de frente al sol mientras el río pasa, pero tan poco es tan trágico. El Caleño, todos lo saben, prefiere siempre los días borrosos. El termino es robado a L pero sí, se aplica para los días donde parece que va a llover siempre pero las nubes no se deciden del todo. Este borroso domingo El Caleño se lo toma con calma, quizá preparándose para mañana y el día que lo espera. Un nuevo trabajo y las presiones que aquello implica. Comenzar, volver a empezar, siempre supone arrasar con las bases de lo que fue y construir los cimientos sobre el terreno carbonizado o, al menos, así debería ser. Mañana El Caleño, torpe sujeto al que le cuesta siempre empezar de cero porque es afecto al pasado y a todo tipo de sensiblerías, olvidará lo que fue y se convertirá en lo que vendrá.

No hay comentarios: