Un mes después regresa, El Caleño, y espera encontrar todo igual, la casa como la dejó. Primero tiene que recordar de donde se enciende la luz, ir tanteando de a poco la pared para encontrar el interruptor que devuelva a su cuarto. Encontrar también hojas de papel y lápiz sobre el escritorio de siempre, café frío en la nevera, ese sabor indescriptible que tiene la madera con grafito y que se parece tanto a la sospecha de una idea, a la sombra de una idea aún sin contornos definidos. Contornos que definirá, tal vez, con el paso del tiempo.
martes, 10 de mayo de 2011
Decimocuarto día
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