lunes, 23 de agosto de 2010

Fly a kite

Y bueno, tantas cosas. Semana ocupada, sin tiempo para nada, ni siquiera para instaurar rutinas o extraviarse. Tantas cosas, dije. Un viaje al sur de la ciudad un sábado en la tarde. Cali calienta a cualquier hora del día, el viento sopla poco aunque la voluntad, se le puede llamar alegría, está en dos cometas rojas y con el escudo del América de Cali. Las cosas no salen como se planearon y lo que era un picnic terminó siendo una buena comida en un quinto piso, aunque después se caminó hasta el potrero y todo fue verde campo hacia adelante. Dos cometas para seis personas, la felicidad en turnos de a dos. La sencilla alegría de un trozo de tela asida a la realidad, a vos, por un delgado cordel. Lo mismo da entonces una cometa o dos en el aire, el viento que ha dejado de soplar, un nudo gigantesco en el cordel, los mosquitos que atacan por cientos, el calor que hace en la tarde, la noche que llega de repente y casi sin transiciones. La felicidad, otra vez esa palabra, de revivir en una tarde de agosto de 2010 todas las otras tardes de agosto, cuando el cielo se llenaba de cometas.

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