domingo, 9 de mayo de 2010

Decimosexto día (helado)

Un compromiso que se había aplazado por semanas. Cada vez que una fecha era marcada en una agenda, por ella o por él, aparecían reuniones de última hora, malentendidos e incomunicaciones. Una vez ella lo esperó y él no sabía que debía ir, otra vez él la llamó y ella estaba dormida. Los desencuentros parecían la única constante hasta que, al fin, se devolvieron llamadas y mensajes de texto, marcaron entonces esa nueva fecha en la agenda con tinta indeleble. Él debía recorrer la ciudad para encontrarse con ella, buscarla en el calor de un atardecer que después se convertiría en una noche templada aunque sin estrellas. Una vez más la relatividad del tiempo puesta a prueba en esa capsula llamada estación del MÍO, con luminosos letreros que prometen destinos en pocos minutos, buses que nunca llegan a tiempo mientras una luz advierte que faltan dos minutos solamente. Siempre.

La promesa había sido un helado, pero más que el helado la promesa era ese tiempo. Una pausa, un banco de parque en medio de una maratón, la sombra de un árbol en una pradera. Sentarse a descansar, conciliar un poco sus ritmos que son muy diferentes; cuando ella corre, él camina y cuando ella mira el paisaje, él tiene los ojos cerrados. Ese tiempo del que por un momento huían hizo que se encontraran, dos helados frente a ellos se derretían mientras hablaban de la ola verde y de cartas escritas con lápiz, mientras ella le contaba de auténticos viajes en el tiempo y él decía cosas sobre la gran responsabilidad que se adquiere al ganar horas extras en la vida. Después una cerveza y un cigarrillo, una mesa, él frente a ella, noche sin estrellas pero todas en sus ojos, día nublado sin lluvia, viaje entre nubes, barco de papel, humo de tabaco, regresos y despedidas.

Después él se marchó, para recorrer de nuevo toda una ciudad, sintiéndose un poco más feliz y un poco más triste como en el libro de Nicole Krauss, sin darse explicaciones y sin buscarlas tampoco, todavía.

1 comentario:

n.n dijo...

yo también quiero helado con vos, vení a Barcelona...