miércoles, 15 de agosto de 2007

Felicitas Est Parvus Canis Calidus

A v.
Lo difícil de la felicidad está en alcanzarla y mantenerla. Podes creerte el dueño de todo y ser el dueño de todo, pero ignorás que a ella, a la felicidad, la arrastra el viento cuando barre con las hojas secas o la eleva alguien en una cometa. Y esa es tu felicidad, la que te pide piola y vos la dejas que se vaya, que lentamente se pierda de vista y le seguís dando piola hasta que ya no más en el cielo y ves que la piola esta en el suelo y no se sabe si tu felicidad salió volando o cayó en otro lado para que alguien más la encuentre, para que alguien más disfrute.
Entonces te golpea la felicidad en la cabeza y esa cometa nueva ahora es maravillosa porque es sólo tuya que la encontraste primero; la escondés porque siempre se piensa que se puede perder, ¿y que harías sin esa felicidad nueva que te dio en la cabeza? sí alguien te la reclamara y te dieras cuenta que la felicidad de la que gozás no es tuya, pero lo es mientras siga escondida, porque en eso ya hay un placer oculto. Entonces seguís siendo normal y todos son normales, porque, como la tristeza y la rabia, tu cometa está escondida debajo de la cama donde nadie sospecha que está, donde nadie sospecha que la tenés. Y seguís con tu vida hasta que quieres que tu cometa remonte los cielos y ser feliz viéndola elevarse hasta perderse de vista, y la sola imagen te evoca todos estos sentimientos.
La cometa que se lleva todo lo que te molesta y vos sólo te quedas con lo que te gusta de tu vida, el resto desaparece y se va volviendo más pequeño a medida que sopla el viento y soltás más piola, hasta que ésta se rompe y la cometa cae o se sigue elevando mientras vos cruzas una calle u otra pensando en que no sos feliz y que lo único que te hacía así desapareció en un instante y que te quedaste sin nada, como al principio, cuando no tenías esa cometa. Entonces algo te fuerza a conseguir otra, igual de bonita, con los dos puntos verdes que te miraban y querés otra, pero las cometas así son difíciles de conseguir, y te agotas porque ya no pensás en otra cosa, ya no es como antes que sabías que tu cometa estaba allí y no te preocupabas por nada más porque podías volarla cuando quisieras, incluso cuando no quisieras, y la pena te invade mientras un perro se acerca, sucio, de calle, se sienta a tu lado y no espera nada de ti, sin embargo sus ojos brillan a pesar del mugre, de ser otro de la calle.
Luego se levanta y sólo podés contemplar esa cola que se mueve.

11.08.04 dos meses y trece días 29.05.04

1 comentario:

Valentina dijo...

dos meses y trece dias? y la pena continuará creeme.
mi cometa lo que pasa es que se enrredo en un poste, se hizo un nudo y no se como bajarla. creo que será imposible. la cosa es que a diario puedo verla, se que esta ahí, mirala, ahí, pero de nada sirve, no hay nada que pueda ahcer mas que contemplarla y añorar los dias en que la volaba.