domingo, 10 de marzo de 2013

Truly, yours

En su casa suenan campanas. Una y otra vez. El Caleño se acuesta y mientras trata de escribir algo, el sonido lo arrulla. En el apartamento de arriba, justo sobre su cabeza, escuchan algo parecido a la música de meditación. Agradece, El Caleño. Aunque al principio le pareció algo molesto, ahora esos sonidos agudos le agradan. Sirven para pensar, dice. Piensa, entonces, escribe.
Cree saber porque dejó de escribir con mayor frecuencia en el blog. Antes, recuerda, dejaba todo en palabras. Como si fuera un diario. Disfrutaba de esa transparencia, de esa total sinceridad. Después descubrió que muchas personas a las que conocía eran sus lectoras. Lejos de estimularlo, lo llenaron de temor. Eso, cree El Caleño, lo privó de mucho. Poco a poco fue dejando de escribir hasta. El año pasado solo algunos post engrosaron la listas. Cada vez contaba menos. Cada vez daba más vueltas. Decía menos, callaba todo. No escribía sobre lo que de verdad sentía. No es que tratara de ocultar algo, es que lo que sentía no se transformaba en palabras. Ahora, quiere creerlo, las cosas han cambiado un poco. Su corazón, un poco hecho añicos, piensa que merece todo esto que le pasa. Más que merecido, se dice él también. Y quiere escribir, todo eso. Espera hacerlo pronto.

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