miércoles, 20 de julio de 2011

Decimoséptimo día

Al fin le dan ganas de escribir y tiene un poco de tiempo. Un poco como la alineación de los planetas, una total suerte. Un festivo sin trabajo, más bien. El Caleño se pasa el día en el portátil descargando la discografía de Bob Dylan y escuchándolo. Un total y completa sobredosis. Escribir, dejarse llevar. Manda un mensaje de texto y no recibe respuesta. Lo raro sería eso, se dice, lo raro sería una respuesta. Y no, en su móvil no suena The times they are a-changin’ anunciando -ironía- que los tiempos han cambiado, que tiene un mensaje nuevo sin leer.

Días de mucho trabajo para El Caleño. Le duele la cabeza, le duelen las piernas. No tiene tiempo para estar cansado. Usualmente sale de trabajar muy tarde y camina mucho. No lo hace por gusto. Así son las cosas. Viaja de pie en el MÍO por 40 minutos y cuando llega a su parada lo esperan otros quince minutos de camino. Cada día. En casa se sienta de nuevo frente al portátil y deja pasar el poco tiempo que queda hasta que se va a la cama.

I could just lie here all day, parece que dijera, como si estuviera acostado de espaldas y con el pasto rozándole el cuello, lo brazos, viendo cometas flotar. Un sueño.

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