martes, 16 de enero de 2007

Lo de la colina

Por eso la naturaleza es ‘ella’ y el progreso es ‘él’.
William Faulkner, Santuario


Había llegado temprano a la cita. Tenía que preparar todo, y aunque solía ser impuntual, este tipo de cosas ameritaban tenerlas planeadas por anticipado. Miró a su alrededor y se sintió feliz al observar que la vista era perfecta, el lugar que había escogido era hermoso, apenas en la cima un poco de maleza y extendiéndose hacia abajo árboles de diversas especies tupían al bosque nativo de la colina. Aún era temprano, la cita era a eso de las cinco de la tarde, cuando la luz tiene ese color que a ella le gusta tanto, hazme el amor todos los días a esta misma hora le había dicho ella cuando aún se querían mucho; sacó de su maleta el libro que se estaba leyendo y que lo apresuró a tomar esa decisión (Faulkner, William. Santuario, Ediciones Orbis. 1983), lo de la colina también estaba en el libro pensó, tantas veces acampar por aquí y nunca pensar en una montañita para esto. Sonrió y deseó estar escuchando música en cualquier parte menos esa, empezó a dudar de lo que hacía y abrió el libro en la página que tenía doblada. El progreso es él, la naturaleza es ella y le pareció irónico estar en la mitad de la nada, viendo todo verde y respirando de ese aire que el progreso aborrece. Subir caminando había sido una precaución, porqué las personas del lugar reconocerían un carro como el suyo y cuando la encontraran a ella fácilmente lo encontrarían a él, mejor dejar el menor rastro de todo esto, además estaba lo suficientemente cerca de la ciudad como para encontrar transporte a cualquier parte de ella. Miró su reloj y se impacientó. Sí, le había dado las indicaciones correctas, ahora pensaba que habría sido mucho mejor que hubieran llegado juntos, pero no, porque se volvería a enamorar de ella y la decisión de acabar con todo eso le había costado bastante trabajo y entonces porque estaba ahí y no a su lado y mejor, entonces, no pensar en nada y seguir leyendo, pensar que las mujeres son malas por naturaleza a pesar de parecer frágiles y delicadas, las mujeres no dejan que el progreso siga su marcha. Buscar un colina entonces para tumbarse de cara al sol y preguntarse how does it feel like to wake up in the sun, despertar con la cara tostada y sintiendo la hierba fría bajo el cuerpo. Una colina para descansar, pensar y dejar que las cosas pasen teniéndote como principal espectador. Buscó la página que tenía doblada y continuo leyendo, una colina sobre el llano delta del Mississippi, una protuberancia sobre un valle, releyó el fragmento que se encontraba en el segundo párrafo de la pág. 20. “Pensé que tal vez me pondría bien si tuviera una colina donde tumbarme”я y no pudo evitar comparar la colina con el amor y lo llano con la vida, tampoco pensar que justamente había buscado una colina para acabar de tajo con todo eso que sentía, para volver al llano sintiéndose otro hombre. ¿Menos feliz, pero libre? ¿Tan infeliz como prisionero? Se dio cuenta que no estaba para sofismas avanzados, tal vez no era tan malo estar en la ciudad, mirar desde arriba, tumbarse de espaldas sobre tu propia colina y dejarse arrullar por ella. Desde lo alto, los dos solos y sin más progreso que quererse un día sí y al otro más. Cerró el libro y la vio aparecer entre las hojas de los árboles, todo tan bello, parecía un cuadro, con el sol a su espalda colándose por entre su pelo, una película de Sofía Coppola con Kirsten Dunst y Scarlett Johannson. Sacó de su maleta uno de los luckies que ella usualmente no le dejaba fumar e inhalo el humo hasta sentirse embotado, esperó a que se acercara un poco, botó el cigarrillo y se tragó todo el humo, sus ojos lagrimearon mientras la veía otra vez y se volvía a preguntar la razón de todo eso, el estar ahora abrazándola y diciéndole que la quiere y que están allí por que en ese preciso lugar el cielo es más azul que en cualquier otra parte, más grande que en la ciudad, y todo lo que dice poco tiene que ver con lo que había estado pensando y se muerde la lengua, se calla de una buena vez, para que ella se excuse por ser como es, por no dejarlo ser.
я Faulkner, William. Santuario, Ediciones Orbis. 1983

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