martes, 2 de julio de 2013

Undécimo día


De regreso. Por cuarta, quinta, sexta vez. Pierde la cuenta. Le cuesta escribir acá a El Caleño. Cada vez más. No sabe, no cree, haber perdido el amor por escribir. Nunca. Es, piensa, lo que lo mantiene avanzando. De las pocas cosas que lo hacen feliz. Escribir. Antes, lo ha dicho El Caleño en multitud de ocasiones, le parecía demasiado sencillo ir llenando páginas con lo que pensaba y sentía. Ahora se cohibe, como si tuviera algo que ocultar. Pero no es de los que esconde. No es de los que se oculta. Un hombre todo vanguardia, como leyó algún día. Sin grueso de ejército ni retaguardia. 

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