Decido escribirte esta carta ahora no sé muy bien porqué, sabiendo muy claramente que no te llegara nunca, que será consumida junto con mi cuerpo para formar un solo polvo que será barrido por el viento. Te escribo para demostrarte que mi amor por ti fue más que una brisa, para demostrarte que aún en los últimos momentos de vida pienso en ti y no en la posibilidad de un cielo al que yo no podría ir, por cuestiones de pecados y otras pequeñeces, en el caso de que existiera un Dios en el cielo que lo viera todo y se estuviera divirtiendo con la ironía de una carta que se va a quemar incluso antes de acabar de ser escrita. Te escribo para despedirme inclusive antes de decirte hola, para decirte que te amo, que me gustaría quedarme en ti hasta que no pueda respirar de la felicidad, quiero continuar riendo. Keep smiling. Keep smiling until the FIRE takes me to the dark and most lonely side, your side… y ahora estoy aquí, rogando por una oportunidad de estar contigo, de ser en ti sin tener que pelear. No creo que la logre. Siempre creí que no deberíamos habernos encontrado, no sé porqué precipite los hechos; yo que siempre he sido tan moderado. Supongo que desde el principio tuviste esa mala influencia sobre mí, desde el inicio sentí el calor. Debí esperarme esto.
Verte y sentir que me había encontrado la vida, al perdido y olvidado. La vida, justo a mí. Me acerque ese día a tu oído, pensando en que no me ibas a escuchar porque no te iba a hablar. Iba a decirte todo en mi cabeza, mirarte a los ojos, y se veía en ti, de nuevo, lo que tenía en mi mente, si veía eso que me había impulsado a ser poco lógico, me daría cuenta entonces de que serías todo eso que fuiste para mí. Tengo que contarte que justo en el momento en que he puesto más romántico los vidrios han estallado, el calor que hace o talvez la gente desesperada los ha roto tratando de buscar una muerte que dure menos. Los gritos se callan, ahora vuelven. Callan. Vuelven. Hay una mujer que no se puede morir, una parte del techo ha caído sobre ella y no ha dejado de cantar desde entonces; se que te gustaría esto, no estar aquí sino la idea de cantar para pasar a otra parte, cantar para hacer más feliz el momento o simplemente cantar para no escucharse, para no escuchar el grito que está apunto de producirse y ser lo último que escuchen tus oídos. A ti te gustaría cantar, creo que tu canción no sería tan animada como esta, tal vez una canción más acorde con la situación; artistas de circo tragando antorchas y escupiendo fuego, una donde bomberos combatan a las llamas y ganen o tal vez otra donde esté el fuego solo, devorándose a si mismo. De nuevo los gritos que le dan ritmo a mis oraciones. Los gritos que tildan, dan comas y punto aparte. La canción ahora se hace más débil. Creo que al fin está muriendo, las notas ya no suben tanto como antes y se empieza a escuchar en un tono más gutural, con más eco.
Es extraño darse cuenta que se desperdicia tanto tiempo en la vida justo cuando ya no se tiene tiempo para desperdiciar. Tantas veces deje de decirte que te amaba porque pensaba lo podría hacer después, y después entonces estaba ocupado o enojado contigo y luego me hacías tan feliz que no era necesario que te dijera nada, todo estaba allí, ya, dado. Para ti amar es todas las cosas, para mi eso era incomprensible.
Después llegó la cocina, siempre habías dicho que en lugar donde se expresa mejor lo que se siente es en la cocina. Se cocina para uno y no para el otro, sientes cada ingrediente, se palpa en las manos, se huele y se mira, se prueba. Todos los sentidos involucrados, buscando ese instante donde la cebolla ya no sabe horrible, donde la magia surte efecto. Recuerdo que todo esto vino, aunque cocinar ya te gustaba, luego de ver la que se convertiría en tu película favorita. Woman on top o Las mujeres arriba, la viste en Fox porque esa no fue una película muy publicitada en Colombia. Era con Penélope Cruz, que se había vuelto inesperadamente famosa después de Abre los ojos de Amenabar, cuando la viste cocinar con todo el amor del que era capaz deseaste ser como ella. Estar arriba de todo para no marearte y caer; y yo que estaba listo a recogerte. Entonces las inesperadas cenas y el arroz quemado que comía para verte feliz a ti, que no comías porque estabas a dieta. Verte llorando al picar la cebolla y llorando al picar el apio, llorabas porque creías que hacías magia cuando cocinabas.
Ahora todo se hace más denso, los gritos son ahogados por el humo que lo cubre todo. El fuego ha cedido o no, da igual porque ya no lo siento. Todo se confunde, parece que estuvieras aquí y yo me hubiera acabado de disparar en la boca para matar un poco de lo que solía ser. Tú tienes un abrigo de piel, yo estoy en ropa interior, te sostengo de la mano y juntos miramos una explosión, como cada uno de los edificios que rodean a mi torre en llamas se viene abajo para que los dos podamos empezar juntos. Si, ese sería un buen final, uno parecido al de esa película que te gustaba tanto y que nos vimos tantas veces. La película de los jabones y de los golpes, la que tenía unas reglas que prohibían hablar de ella. A ti te parecía ideal porque al final la protagonista hizo el amor con Brad Pitt y Edward Norton. A mi me gustaban las reuniones en la iglesia además del inicio con lo de los condimentos y especias. Revelador. Condimentos. Especias. Como pensarlo, como imaginarse que lo último en lo que iba a pensar mientras todo cae en llamas a mi alrededor seria en azafrán, hojas de menta, canela, pimienta, nuez moscada, clavo de olor, jengibre, nuez moscada, orégano, tomillo, albahaca, romero (que va bien con carne asada), salvia, estragón, laurel… una vez, alguien a quien quería mucho y no eras tu me dijo que la muerte es una especie de lucha, una especie de pelea entre lo que eras y lo que vas a ser. Esta es mi primera vez aquí y, si, debo luchar.
Verte y sentir que me había encontrado la vida, al perdido y olvidado. La vida, justo a mí. Me acerque ese día a tu oído, pensando en que no me ibas a escuchar porque no te iba a hablar. Iba a decirte todo en mi cabeza, mirarte a los ojos, y se veía en ti, de nuevo, lo que tenía en mi mente, si veía eso que me había impulsado a ser poco lógico, me daría cuenta entonces de que serías todo eso que fuiste para mí. Tengo que contarte que justo en el momento en que he puesto más romántico los vidrios han estallado, el calor que hace o talvez la gente desesperada los ha roto tratando de buscar una muerte que dure menos. Los gritos se callan, ahora vuelven. Callan. Vuelven. Hay una mujer que no se puede morir, una parte del techo ha caído sobre ella y no ha dejado de cantar desde entonces; se que te gustaría esto, no estar aquí sino la idea de cantar para pasar a otra parte, cantar para hacer más feliz el momento o simplemente cantar para no escucharse, para no escuchar el grito que está apunto de producirse y ser lo último que escuchen tus oídos. A ti te gustaría cantar, creo que tu canción no sería tan animada como esta, tal vez una canción más acorde con la situación; artistas de circo tragando antorchas y escupiendo fuego, una donde bomberos combatan a las llamas y ganen o tal vez otra donde esté el fuego solo, devorándose a si mismo. De nuevo los gritos que le dan ritmo a mis oraciones. Los gritos que tildan, dan comas y punto aparte. La canción ahora se hace más débil. Creo que al fin está muriendo, las notas ya no suben tanto como antes y se empieza a escuchar en un tono más gutural, con más eco.
Es extraño darse cuenta que se desperdicia tanto tiempo en la vida justo cuando ya no se tiene tiempo para desperdiciar. Tantas veces deje de decirte que te amaba porque pensaba lo podría hacer después, y después entonces estaba ocupado o enojado contigo y luego me hacías tan feliz que no era necesario que te dijera nada, todo estaba allí, ya, dado. Para ti amar es todas las cosas, para mi eso era incomprensible.
Después llegó la cocina, siempre habías dicho que en lugar donde se expresa mejor lo que se siente es en la cocina. Se cocina para uno y no para el otro, sientes cada ingrediente, se palpa en las manos, se huele y se mira, se prueba. Todos los sentidos involucrados, buscando ese instante donde la cebolla ya no sabe horrible, donde la magia surte efecto. Recuerdo que todo esto vino, aunque cocinar ya te gustaba, luego de ver la que se convertiría en tu película favorita. Woman on top o Las mujeres arriba, la viste en Fox porque esa no fue una película muy publicitada en Colombia. Era con Penélope Cruz, que se había vuelto inesperadamente famosa después de Abre los ojos de Amenabar, cuando la viste cocinar con todo el amor del que era capaz deseaste ser como ella. Estar arriba de todo para no marearte y caer; y yo que estaba listo a recogerte. Entonces las inesperadas cenas y el arroz quemado que comía para verte feliz a ti, que no comías porque estabas a dieta. Verte llorando al picar la cebolla y llorando al picar el apio, llorabas porque creías que hacías magia cuando cocinabas.
Ahora todo se hace más denso, los gritos son ahogados por el humo que lo cubre todo. El fuego ha cedido o no, da igual porque ya no lo siento. Todo se confunde, parece que estuvieras aquí y yo me hubiera acabado de disparar en la boca para matar un poco de lo que solía ser. Tú tienes un abrigo de piel, yo estoy en ropa interior, te sostengo de la mano y juntos miramos una explosión, como cada uno de los edificios que rodean a mi torre en llamas se viene abajo para que los dos podamos empezar juntos. Si, ese sería un buen final, uno parecido al de esa película que te gustaba tanto y que nos vimos tantas veces. La película de los jabones y de los golpes, la que tenía unas reglas que prohibían hablar de ella. A ti te parecía ideal porque al final la protagonista hizo el amor con Brad Pitt y Edward Norton. A mi me gustaban las reuniones en la iglesia además del inicio con lo de los condimentos y especias. Revelador. Condimentos. Especias. Como pensarlo, como imaginarse que lo último en lo que iba a pensar mientras todo cae en llamas a mi alrededor seria en azafrán, hojas de menta, canela, pimienta, nuez moscada, clavo de olor, jengibre, nuez moscada, orégano, tomillo, albahaca, romero (que va bien con carne asada), salvia, estragón, laurel… una vez, alguien a quien quería mucho y no eras tu me dijo que la muerte es una especie de lucha, una especie de pelea entre lo que eras y lo que vas a ser. Esta es mi primera vez aquí y, si, debo luchar.
2 comentarios:
en la cocina soy un desastre, pero tengo alguin que cocina para mi, me sorprende, en encanta, estimula todos mis sentidos.
cocinar si hce parte de amar
es una historia muy interezante la que escribes alli, me llamo mucho la atencion y aun que no soy nadie para hacerlo te felicito me paracio genial
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